Ya hace sesenta años
de nuestra guerra civil;
casi nadie lo recuerda
o no lo quiere decir.
Y un hecho tan importante
hay que tenerlo en memoria.
Lo mismo a los que perdieron
o ganaron la victoria.
Murieron muchas personas
en el frente y en la cárcel,
unos porque los mataron,
otros murieron de hambre.
De quién fue la culpa aquella
no lo debemos decir,
y debemos evitar
que se vuelva a repetir.
Porque la lucha entre hermanos
es lo peor de la vida;
si no se olvida el rencor
nunca se cura la herida.
Las heridas de la guerra
son difícil de curar;
sólo hay una medicina:
el amor y la igualdad.
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