lunes, 2 de noviembre de 2009

EL MONTE



Nos están quemando el monte,
¡pobres de nuestros pinares!,
y nos quedamos sin sombras
y destruye el paisaje.

Si pudieran hablar
los árboles nos dirían:
nunca hicimos daño a nadie,
dimos sombra y alegría.

Nuestras ramas son testigos
de promesas y de besos,
y nuestra misión fue siempre
guardar profundo silencio.

Y si a todos respetamos
y sombras dieron nuestras ramas,
¿por qué estamos condenados
a morir en viva llama?

Y a todo el que nos visita
le pedimos un favor:
que respeten nuestras vidas,
que también Dios nos crió.


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